¿ Qué es un meme ?

Las personas somos capaces de recordar las ocasiones de importancia histórica que hemos vivido y en menos casos decir que estuvimos exactamente ahí cuando pasó tal o cual evento relevante. En algunas otras, además, puede decirse que uno conoció personalmente como empezó algo más o menos memorable o por lo menos su experiencia directa con ese algo. Por ejemplo, yo era un humilde y joven becario en IBM cuando su ordenador personal fue anunciado comercialmente y tuve la suerte de trabajar y experimentar con uno de los primeros ancestros de lo que ahora mismo está usted utilizando para leer este artículo. Un recuerdo en mi memoria que conservo con personal orgullo. Y algo parecido puedo decir del meme.

Tuve la fortuna de tropezar con un libro sorprendente, El gen egoísta, de Richard Dawkins, un referente científico y cultural, punto de profundización de la explicación evolucionista. Dawkins, biólogo, zoólogo y divulgador científico, publicó The selfish gene a finales de los 70 y su popularización inicial -al menos en lo que a mí respecta- se produjo durante la década de los 80. Si menciono estas fechas, que coinciden con la humilde experiencia de becario que relataba al principio, no es por escribir una entrada de wikipedia sino por enmarcar el momento histórico en el que el concepto de meme nació y evolucionó, lo que constituye un curioso caso de metalenguaje circular ya que el meme, que vio la luz por primera vez en este libro, es precisamente, una idea que describe la evolución… de las ideas.

Veamos pues, para entendernos… ¿qué es un meme?

Un meme es la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Estamos ante un concepto que pretende haber encontrado la molécula constitutiva de la cultura por tanto, el módulo constructivo, la pieza del puzzle que explicaría tanto las innovaciones culturales como su transmisión y evolución.

Se trata de un neologismo que Dawkins inventa y que aunque aparece por primera vez en la obra citada, figura casi como un anexo o un epílogo deductivo, ya que el libro no trata de filosofía o de cultura abstracta sino que, muy al contrario, aplica un enfoque intensamente científico y materialista, dirigido a la explicación de la evolución biológicaEl gen egoísta desgrana de un modo bastante didáctico la tesis de que los organismos vivos no son realmente el sujeto de la evolución sino los genes que estos portan en sus cromosomas, que es donde reside verdaderamente la información transmitida entre generaciones, lo que permite la reproducción y continuidad de la vida a través de los mecanismos de herencia y evolución. Los seres vivos se verían como carcasas huecas portadoras, meros transportes de la existencia realmente importante: los genes.

El gen y el mem

Quizás convenga repasar lo que es un gen ya que, aunque todo el mundo habla de ellos para explicar por qué se heredan estos o aquellos colores de ojos o por qué ciertas enfermedades afectan a unos y no a otros, pocos saben exactamente lo que es un gen y el cierto nivel de ambigüedad que representan. Sabemos que un organismo no se reproduce de manera unitaria como individuo, sino que son sus células las que se reproducen, dentro del propio organismo para garantizar la supervivencia o como individuo diferente para garantizar la continuidad de la especie, por medio de otras células especializadas fuera del mismo. Al final aparece un solo individuo, suma de de cientos de miles de millones de células que trabajan unidas y coordinadas, pero células diferentes al fin. Cada célula guarda en el interior de su núcleo un soporte físico con el conjunto de información que le permite esa reproducción y ese soporte son los cromosomas, que a nivel físico parecen unos hilillos minúsculos donde se almacenan las bases: los códigos de información elemental de cada célula que llevan la programación necesaria para reproducir células y organismo y que constituye el ADN. El ser humano dispone de 46 cromosomas en cada una de sus células, salvo las reproductivas donde solo hay 23.

Los genes son conjuntos ordenados de esas bases que pueden identificarse como ejecutores de una determinada función celular, generalmente sintetizando una determinada proteína o expresando una función en la célula o el organismo. Lo importante es saber que lo que se reproduce es este material o, mejor dicho, la información «constructiva» que almacena este material, como si se tratase de un conjunto de planos e instrucciones que permitirán recrear a la célula o al individuo. La tesis fundamental del gen egoísta es que la búsqueda de la inmortalidad que los individuos persiguen la lleva a cabo en realidad el gen, que es el que copiándose a sí mismo se perpetúa de generación en generación gracias a su propia capacidad de replicación  de acuerdo al mecanismo de selección natural que describieron Wallace y Darwin en el siglo XIX. A las desilusión de saber que la Tierra -ni siquiera el sol- es el centro del universo, o el hombre la cúspide de la creación se suma ahora otro descubrimiento que nos sitúa un poco más en nuestro humildísimo lugar en el cosmos: el individuo tampoco es importante, es sólo una máquina biológica diseñada, construida, mantenida y finalmente desechada por los genes, que son los auténticos protagonistas de la evolución y de la vida ya que todos los animales y plantas… somos simples sirvientes de ellos, como un disfraz que se usa y se tira; importante el individuo tanto en cuanto él es quien lidia con las circunstancias de la vida y supera las condiciones de supervivencia que le impone el medio, pero prescindible en la medida que el gen consigue perpetuarse en una nueva generación. De ahí el título de egoísta, que le atribuye la obra comentada.

Entendido lo que es un gen, por analogía tenemos lo que es meme (en español tendríamos que haber traducido por mem… se usa pero poco, quizás es tarde). El meme incorpora información cultural como el gen lo hace con la información biológica. Y como este, el meme dispone de similares funciones que le dan existencia y además lo hacen importante: fecundidad, longevidad, fidelidad a la replicación, susceptible de mutaciones, reproductor de estructuras complejas… El meme tiene memoria (de ahí su nombre) y su recuerdo se reproduce.

Como el gen, el meme responde a necesidades de adaptación al medio y esa información de respuesta se incorpora en su núcleo, que aunque carece de soporte físico, como la información biológica del ADN, comprobamos su existencia al materializarse y proyectarse en la vida real. Solo los memes que se adaptan sobreviven, por un mecanismo similar de selección natural como ocurre con los genes y por tanto podemos deducir que aquellos dotados de más capacidad de adaptación son los que tienen más probabilidades de ser más longevos.

La teoría sobre los memes ha dado lugar incluso a una disciplina propia, la memética, que lejos de conectarse con la biología, lo hace con la sociología o la psicología. Se habla de memes complejos, de demes, de virus conceptuales… Entre los autores más importantes de esta ciencia «memética» destaca Susan Blackmore, que reelabora la definición de meme, su funcionamiento y categorías. Para Blackmore la característica básica del meme es su capacidad de replicación que en el ámbito humano deviene de la imitación y la copia. Meme sería por tanto cualquier cosa que se copia o transfiere de la mente de una persona a otra, ya sea una canción, una habilidad, una historia o una idea.

Las críticas del concepto de meme son amplias y algunas contundentes. La principal es que el meme es muy difícil o imposible de definir de manera concreta e indiscutible. Las ideas son difícilmente catalogables y cuanto más queremos acercarnos a sus componentes identificables más se escapan al análisis. Podemos discutir acerca de lo que es o no un meme intentando delimitarlo, pero cuanto más queramos fijar su membrana, más ilusoria se nos hará. La medición de un meme no deja de ser una idea abstracta sobre una concreción discutible no sujeta a una clara evidencia sino a una ambigüa postulación. Y medir lo que se postula y no lo que se ve, no aporta nunca una buena herramienta ni un buen dato ¿Pueden medirse las ideas? ¿Pueden calcularse fórmulas para definir funciones de comportamiento transmitido?

Dentro de la propia teoría, existe una crítica importante a la propia definición de meme, según se deriva de la analogía del gen. A diferencia del gen biológico, que activa sus propios mecanismos de reproducción desde el cromosoma donde se ubica, el meme es consecuencia de la actividad humana y externo a él.

El hombre es un animal cultural, un animal simbólico y un animal protésico. Estos tres aspectos son en realidad tres facetas de la misma circunstancia. El entendimiento y la comunicación necesitan de símbolos y códigos. La cultura elabora y administra un universo de realizaciones, de ideas, de proyecciones. Todo ese universo cultural es una inmensa herramienta, una prótesis gracias a la cual el hombre ha garantizado su supervivencia y su permanencia como especie.

El meme, de existir, sería también una prótesis, algo que puede ser adquirido o utilizado pero igualmente modificado y eliminado por el propio individuo. Es el invididuo el que controla -o puede controlar- al meme mientras que en el campo biológico es el gen el que controla al individuo. ¿Puede por tanto establecerse un relación causa efecto cuando su propia definición apunta a que sea un elemento derivado y accesorio?

Los defensores del meme lo postulan apasionadamente, hasta el punto que por intentar explicarlo todo, acaban por no explicar nada. Para ellos, como es el caso de Blackmore, cualquier manifestación cultural es un meme, cualquier objeto, declaración, postura, invento u ocurrencia. Definir como meme cualquier actividad de una persona o cualquier pensamiento que pueda tener, es tan amplio que invalida nada que se pueda decir sobre ello, lo que lleva la teoría al campo de las ideas falsadas por «descontrol conceptual».

Las críticas suaves explican que aunque puede funcionar como metáfora de la evolución biológica, la evolución cultural que plantea el meme es imposible de fijar en términos científicos y solo queda la parte cultural especulativa. Adecuado quizá en la elucubración simbólica o en la creación artística pero en lo demás a un paso de la metafísica, vamos.  En esta línea y especialmente opuesto a la idea del meme, el antropólogo Marvin Harris clasificó a la memética en su obra Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, dentro de la amplia corriente  del platonismo y por tanto una variante del idealismo acientífico, aunque paradójicamente el concepto hubiera surgido del corazón mismo del materialismo biológico.

Pero el meme, como palabra, como concepto, tiene vida, evoluciona, muta.

El meme hace la guerra por su cuenta

Cumpliendo quizás con reglas de la evolución -sea esta biológica o cultural- ocurre a veces que palabras antiguas han evolucionado hasta significar cosas diferentes de su significado original, en función de su uso o adopción por parte de los hablantes. Pasa también que determinados conceptos que explicaban una cosa en un contexto, pasan a utilizarse de manera exótica cuando se usan en otro o en un grupo social concreto y los que lo usan en este último a veces desconocen su significado anterior y no relacionan su contenido etimológico con el uso actual, dando igual que estén vinculados o no.

Por ejemplo, si se preguntara a los concursantes y espectadores del programa Gran Hermano, pocos referenciarían la novela 1984 de George Orwell como origen del título del mismo, palabra y concepto clave en la obra, donde el omnipresente Big Brother representa al líder totalitario de un estado opresor y en guerra permanente, característico de la mitad del siglo XX. Lo que vemos en la pantalla absolutamente nada tiene que ver con esto, salvo el asunto de la estupidización colectiva…

Si ampliamos esta idea a otro tipo de significantes como los signos gráficos o audiovisuales, vemos que se manejan diferentes conceptos. Podemos leer de tendencias o modas, o más normalmente, palabras representativas del más puro dominio linguisitico anglosajón como cool, trend, fashion, viral, etc.  ¿Recuerda en su infancia como determinadas frases, nombres, bromas, gestos, tics o dibujos se repetían y comunicaban sin cesar durante una temporada entre sus compañeros de clase o amistades del barrio? Pues eran memes. O eso dicen.

Es curioso que un término que se definió para describir la evolución cultural haya sufrido en su propia naturaleza una curiosa evolución que ha modificado su significado y su esencia. Hoy, la palabra meme se usa relacionada con determinados graffiti callejeros repetidos o con un cierto tipo de representación icónica por internet -los internet meme– y puede usted encontrarlos casi en cualquier parte, desde un tatuaje de una persona real, una pintada en la peurta de su casa o una sección de cualquier blog de chistes. El meme hoy es un icono, un componente de un totem grupal o el totem mismo.

Pregúntele a un adolescente por un meme y se pondrá a dibujar algo. O se conectará a internet y le mostrará muchos, de los más insulsos a los más divertidos, de los clásicos a los de rabiosa actualidad. Serán casi siempre objetos visuales: fotos, videos, dibujos, logotipos… raramente texto, aunque existen varias fuentes para escribir memes famosos en vez de letras.

Tendrá ocasión de ver, por ejemplo, como una restauración naif (y fracasada) de un fresco en una iglesia en el pueblo de Borja (España) acaba convertida en un meme de repercusión mundial. Pero, ¿acaso no podemos considerar que la imagen del Cristo frustradamente restaurada es también un meme longevo? Responde desde luego a la definición original: contiene información, se fecunda, se perpetúa, se replica… aunque a veces la mutación resulte sorprendente, como es el caso:

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Argumentarán los críticos que el hecho de que en tan poco tiempo el concepto original haya mutado de manera tan importante, evidencia su artificialidad y su error conceptual. O simplemente que intentar definir demasiado ampliamente algo que la intuición nos indica que «pudiera ser», sin demostraciones concluyentes, acaba llevando a un «no parece que sea». Replicarán seguramente los seguidores meméticos (originales) que esto que vemos por internet no es sino la demostración de que existen. Y están vivos.

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